Si quiere complementar la pensión pública con alguna renta alternativa, los expertos se decantan por los fondos de inversión, los seguros y el ladrillo.
¿Alguna vez se ha planteado que puede llegar a vivir 100 años? Si la respuesta fuera negativa, no sería de extrañar, ya que usted pertenecería a aquel 72% de españoles que admiten no haber pensado nunca seriamente en esta posibilidad, pese a que la esperanza de vida se alarga cada vez más. Asimismo, tres de cada cuatro consideran que el ahorro es fundamental para vivir de forma desahogada, pero solo el 10% de ellos cree que hay que empezar a ahorrar para la jubilación antes de haber cumplido los 30 años, según un estudio de la aseguradora Caser. No obstante, el objetivo del ahorro es retirarse del mercado del trabajo en condiciones para el 46% de los encuestados, por encima de otras razones como los imprevistos laborales (34%), los gastos relacionados con los hijos (30%) o la adquisición de una vivienda (12%).
De esta forma, en el caso de querer complementar la pensión pública con otro tipo de renta, la gran cuestión sería: ¿cómo hacerlo? Si se quisiera prescindir de los planes de pensiones, una herramienta con poco arraigo en España, Antonio Gallardo, experto en finanzas del comparador bancario iAhorro, señala tres soluciones: los instrumentos de ahorro más tradicionales, como los depósitos, los fondos de inversión o el ladrillo. La gran ventaja tanto de los depósitos como de las cuentas corrientes es su liquidez. El revés de la medalla es que sus rendimientos son extremadamente limitados, por no decir nulos.
Fondos y PIAS
Habrá que acudir entonces a las otras opciones. Los fondos de inversión son una alternativa similar a los planes de pensiones, aunque no contemplan la posibilidad de desgravar hasta 8.000 euros de aportaciones al año, como sí ocurre con estos. “Pero, a cambio, te beneficias de una plena liquidez, porque puedes vender y reembolsarte el dinero cuando quieras, solo tributas si no traspasas lo conseguido en la venta a otros productos y, por lo general, su fiscalidad es atractiva: entre el 19% y el 23% de los beneficios”, subraya Gallardo.
El asesor financiero Pablo Souto aconseja los fondos indexados, es decir, aquellos que replican la evolución de un índice como el Ibex o el Dow Jones, por tener comisiones bajas y “mayores probabilidades de éxito a largo plazo”. Y añade: “A la hora de consumir el capital acumulado, podemos pasarlo a una renta vitalicia y cobrar cada mes”. Para este experto, el aspecto fundamental en el que debe fijarse alguien que quiera invertir de cara a su jubilación es la fiscalidad que tendrá que soportar a la hora de disfrutar del ahorro acumulado. Por ello, es importante planificar la forma en la que se dispondrá del dinero –en forma de renta periódica o de capital– y centrarse en productos con una carga fiscal no excesiva. En este sentido, una opción interesante son los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS) –un seguro que permite acumular una renta, a percibir a partir de una edad preestablecida–, ya que permiten deducir.
El atractivo de la vivienda
Invertir en el mercado inmobiliario también es “muy interesante”, en palabras de Gallardo, sobre todo porque permite no tributar por los beneficios si la cesión se realiza cuando el titular ya ha cumplido 65 años y convierte este ingreso en una renta perpetua. Uno de cada tres compradores en edad de jubilarse que acuden a la agencia inmobiliaria Don Piso lo hace con el objetivo de blindar económicamente su futuro a través de un complemento mensual a la pensión que percibirá, según su subdirector general, Emiliano Bermúdez. “Buscan inmuebles con un precio asequible, pues para ellos es importante no correr riesgos por encima de los ingresos que les generará la operación”, explica Bermúdez.
En la misma línea, Mercedes Blanco, socia directora de otra inmobiliaria, Fincas Blanco, detalla que este tipo de cliente desea maximizar el bienestar minimizando la inversión, tanto en términos económicos como de tiempo y esfuerzos. Es la razón por la que “focaliza su atención hacia viviendas fácilmente gestionables, con precios no muy elevados, por debajo de 350.000 euros, y con una buena salida en el mercado de alquiler”. Las inversiones que Blanco suele aconsejar arrojan una rentabilidad bruta por encima del 5%. Una idea en la que coincide Bermúdez.
Para este experto, una persona que se plantea adquirir una vivienda de cara a su jubilación deberá tener en cuenta el lugar en el que se encuentra (“deberá tener interés inmobiliario a largo plazo y, si la alquila, no estar demasiado lejos de donde vive”), la superficie (“a más amplitud, menos potenciales compradores o arrendatarios”), su estado (“hay que acotar a aquellos inmuebles que no necesitan reforma”), el precio (“la rentabilidad siempre dependerá de lo que se haya desembolsado”), y el tiempo (“no hay que tener prisa, rastrear bien el mercado y realizar un estudio de la capacidad de inversión y endeudamiento”). Sin olvidar que el activo en el que se invierte, para Blanco, debe ser fácil de comercializar en el caso de que se necesite recuperar rápidamente la inversión.